viernes, 29 de julio de 2011
Venéficas, Las Tres Caras de Calixto: Inaceptable
jueves, 21 de julio de 2011
Veneficas, las tres caras de Calixto: Un dia de locos
Un Día de Locos
Mire sorprendida a Cathy, mi cerebro no lograba asimilar que había pasado, en definitiva estaba sorprendida, solo exclame un par de palabras sin coherencia. Cathy y yo huimos con rapidez a nuestra clase pues la secretaria del director se acercaba al pasillo.
Llegamos un poco tarde a clases y el Profesor no dejo de llamarme la atención, insistiendo que era la manzana podrida del cesto y a Cathy solo le hiso un pequeño sermón diciendo al final “que no se repita”. Tomamos nuestros lugares, no pude concentrarme en toda la clase, seguía pensando en el asunto de Cathy. Estaba tratando de encontrarle una explicación razonable pero, además me serbia como distracción de la clase, las matemáticas me fastidiaban a sobremanera.
Al salir de clases camine a casa pues mi auto caprichoso no quiso encender en la mañana y como Morgan vivía cerca de mi casa me acompaño al igual que los chicos quienes solo querían ir a mi casa a jugar con la consola de videojuegos de mi hermano menor
- ¿Por qué estas tan pensativa?- me pregunto.
Lo mire sin comprender lo que me decía, sabía que ellos iban parloteando pero admito que no les prestaba atención.
- Despierta bella durmiente- me dijo Jamei.
Le di un ligero golpe en el brazo, Jamei era de los chicos sumamente delgados así que solía ser muy poco agresiva con el por temor a lastimarlo. Solía imaginar que si lo golpeaba con más fuerza el pobre saldría volando hasta china.
- ¿Carrie te sientes bien?- Morgan parecía preocupado.
Solo le sonreí y entre a mi casa sin despedirme, me sentía abochornada, y solo tenía ganas de tirarme en mi cama.
Fue como si la piel de mis manos de pronto estuviera en llamas, las sentía demasiado calientes las levante solo para poder verlas, pero sabía que no ganaba nada con ello mis manos seguían igual, solo era aquella sensación, respire profundo y por fin la sensación de calor paso al igual que el mal estar.
El timbre sonó poco después y baje a abrir, me sorprendió ver a Morgan con la misma cara de preocupación con la que lo había dejado.
- Creí que ya estarías en tu casa.
- Me quede preocupado- confeso- Carrie, dime qué pasa.
Sabía que no me lo pedía, prácticamente me lo ordeno.
Lo deje pasar y enseguida se sentó en la sala.
- Son cosas de chicas- me encojo de hombros.
- ¿desde cuándo tienes TÚ problemas de chicas?- se extraño.
- Morg, a no ser que todas las mañanas me equivoque de ropa interior, sigo siendo chica.
Me sonrió pero aun se veía preocupado.
- ¿Paso algo en el pasillo?- comenzó a interrogarme- ¿Discutiste con Cathy?
- No, claro que no.
- Entonces ¿Por qué estaban tan extrañan cuando entraron a clase?
- Porque tuve una discusión con Miss perfecta.
No planeaba decirle nada más, obviamente me diaria que todo me lo imagine, y tal vez tenía razón, tal vez asistir tanto a clases me estaba afectando, y eso que apenas era el segundo día del año.
- Carrie, ¿confías en mí?
- Claro- me sorprendió su pregunta, era la persona en quien más confiaba.
- Entonces ¿Por qué no me dices la verdad?
- No te miento- insistí.
En realidad estaba mintiendo en balde, sabía que él no me estaba creyendo, sobre todo porque era la persona que mas me conocía.
Me sostuvo la mirada por un momento y después se encogió de hombros al percatarse que no le diría nada más.
- Carrie, no me gusta presionar, pero me preocupas- admitió- eres como una hermana y detesto cuando me ocultas cosas.
- Morgan no te pongas a hablar de ocultar cosas ¿de acuerdo?- le dije enfadada- tu eres el menos indicado.
- ¿Qué te he ocultado yo Carrie?- me reto.
- ¿Qué es lo que le paso a tus padres?, jamás hablas de ellos, vives solo ¿no?
- Sabes que no me gusta hablar de ello- me evadió.
- ¿Por qué? Eras tú el que hablaba de ocultar cosas.
- Tengo mis motivos Carrie- se defendió.
Me di cuenta que mientras mas me enfadaba mas sentía que mis manos comenzaban a sentirse calientes pero en ese momento no me importo me levante del sillón.
- Eso dices siempre- le grite- y que me dices de tus huidas repentinas y tus pretextos baratos al regresar.
Morgan también se puso en pie y se acerco a mí.
- Carrie deberías calmarte- me sugirió.
- ¡¿Ahora tratas de decirme que hacer?!
- No, solo cálmate- insistió.
Puso su mano sobre mi hombro, yo sujete su muñeca y el soltó un grito aterrador.
Lo solté de inmediato y el cubrió su muñeca con su otra mano acercándola al pecho con un gesto de dolor.
- Morgan estas ¿bien?- me preocupe.
¿Qué le había hecho?
El sonrió tratando de ocultar su gesto de dolor.
- Estoy bien.
- Déjame ver- le pedí.
- En verdad, estoy bien Carrie- insistió.
- Morgan déjame ver.
El quito la mano de su muñeca y me ofreció su brazo.
La muñeca de mi mejor amigo tenia las marcas de mi mano, como quemaduras y se fueron desvaneciendo con lentitud.
Me quede con la boca abierta de lo sorprendida que estaba.
- ¿Qué fue eso? – pregunte en susurro.
Morgan sonrió y me beso la coronilla.
- Eres más especial de lo que piensas Carrie y pronto te darás cuenta.
- Yo te lastime – entristecí
- No Carrie, no fue a propósito – me consoló – solo tienes que ser más prudente con tu carácter.
Me mordí el labio sintiéndome culpable y a la vez intrigada por saber cómo es que lo había hecho.
- ¿Tú sabías que podía hacer esto? – le pregunte.
El asintió.
- Tú y tus hermas son capaces de eso y más.
- ¿Hermanas?- me extrañe.
- Ya lo entenderas.
martes, 19 de julio de 2011
Venéficas, Las Tres Caras de Calixto: Las cosas empiezan a ponerse extrañas
- Eh, Cathy - llegó corriendo Carrie a mi lado.
- Hola Carrie - saludé caminando hacia mi salón.
- Vi la moto de tu hermano, y a tu hermano en ella ¿Viene a dejarte a diario?
- Sí, y también a traerme, creo que no le gusta que ande sola por las calles.
- Qué sobreprotector ¿No te da flojera?
Me reí, era obvio que a Carrie no le gustaban para nada los chicos sobreprotectores y entendía por qué, ella era tan fuerte, tan independiente y tan lista que no necesitaba de nadie. O al menos eso aparentaba.
Yo, por otro lado, siempre necesité de mi hermano Mark para todo, él era mi apoyo, mi fortaleza, el empujoncito que necesitaba para hacer las cosas locas que por mí misma jamás me habría atrevido a hacer.
- Hey chicas - Morgan apareció de entre la multitud de estudiantes y nos saludó a ambas.
Nada más verlo no pude evitar sentirme extraña. No es que Morgan fuera un chico más allá de lo común, aunque sí más guapo que los demás, pero era otra la razón por la que me sentía tan... No sé.
- ¿Qué hay Morgan?
- Nada, sólo pasaba por aquí ¿Vamos a clase?
- Primero tengo que ir a mi locker ¿Me esperan? - preguntó Carrie pero yo no quería quedarme a solas con Morgan.
- Te acompaño - me ofrecí.
- Bueno entonces yo mejor las espero en salón.
Asentimos. Los pasillos se habían quedado vacíos, sólo Carrie y yo andábamos fuera.
- ¿Qué te pasa con Morgan? - interrogó Carrie sin que me lo esperara.
- Nada, ¿Qué ha de pasarme?
- Sólo preguntaba, como no quisiste quedarte con él me pareció que no te cae bien.
- Claro que me cae bien.
- ¿Entonces te gusta?
- ¿Qué? ¡No! - contesté demasiado rápido, está por demás decir que no me creyó.
- Te gusta Morgan - me dijo abriendo la boca sorprendida.
- ¡Calla Carrie, te van a escuchar! - le pedí. Demasiado tarde.
- Vaya con la nueva - se escuchó una voz a lo lejos - También le gusta Morgan - y doblando la esquina del pasillo apareció nada más y nada menos que Jessica, la amiga de Corrine a la que ayer Carrie había insultado - Pues sábete niña, que Morgan es mío.
- ¿No tienes otra cosa mejor que hacer Jessica? ¡Lárgate de aquí! - le contestó Carrie defendiéndome.
- Sólo le estaba avisando.
- ¿Avisando qué? Tienes años persiguiendo a Morgan y él no te ha hecho caso, ya haste a la idea ¡A Morgan no le gustas! Es más, a mi me ha dicho que le causas lástima...
- Carrie - pedí, tampoco quería que Jessica se pusiera a llorar del coraje y eso precisamente era lo que estaba a punto de hacer.
- Verte siguiéndolo como una vil arrastrada - pero Carrie no paró - Eres tan zorra Jessica...
- Basta Carrie - otra voz se escuchó. La de Corrine.
- Ah, pero si ya apareció la defensora de las arpías.
- Carrie por favor - le pedí. Corrine no me caía mal.
- Jessica vete de aquí - le pidió Corrine a su amiga y sin más la chica se fue antes de soltar a llorar - Y tú Carrie, estáte quieta.
- Manten lejos a tus arpías entonces.
Se notaba la chispa en los ojos de ambas, estaban a punto de atacarse.
- No te atrevas a hablarle así a mis amigas.
- Tus amiguitas me...
- Callate - le dijo Corrine alzandole la mano a Carrie y ella se la sostuvo con fuerza.
- Chicas por favor - me acerqué a ellas tomándoles las manos a ambas.
Algo extraño pasó de inmediato, fue como una descarga, una muy fuerte, que no nada más sentí yo.
Todas nos despegamos al mismo tiempo.
- Eso si fue... wow - exlamó Carrie.
- Estás loca, espero que no me queden marcas en las muñecas - se las veía, estaban rojas igual que mis manos.
Yo no dije nada, pero las manos se me habían quedado como dormidas.
A partir de esa hora las cosas empezaron a ponerse realmente extrañas aunque no sé decir cómo ni por qué realmente...
viernes, 15 de julio de 2011
Veneficas, Las Tres caras de Calixto: Mas que Coincidencias
martes, 12 de julio de 2011
Venéficas, Las Tres Caras de Calixto: "La Convencion" Carrie
Besos
Anny
P.D. Este capitulo fue escrito con la colavoracion de MaGe
Carrie
Había sido un día largo, divertido con esta chica nueva Cathy, lo que de repente sentí al verla fue muy… raro, como si la conociera de otro lugar pero… ¿De dónde? Jamás había salido de mi ciudad y ella era nueva, según nos contó a Jamei, Robie, Morgan y a mí.
Corrine sin embargo ya estaba metiéndose en dónde no la llamaban y acaparando la atención como era su costumbre. No me molestaba que hiciera eso, era su vida pero… que dejara la mía en paz y se fuera a molestar a otros y no a la chica nueva que tan bien me caía. Parecía querer comerle el cerebro con sus modales refinados y su cortesía y Cathy tenía potencial, no era como Jessica, Mitzi y ella, no. Cathy era diferente, algo tímida tal vez pero tenía un potencial que logré reconocer en cuanto la vi. Yo salvaría a esta chica de las garras de Corrine.
Tome un almuerzo rápido y Jamei me llamo para ir a la nueva pista de patinaje pues se moría de ganas por estrenarla, no me quedo más remedio que decirle que si, además yo también me moría de ganas por rodar un poco por ahí y con suerte ver como Jamei dejaba un par de gotas de sangre por los rapones.
- No queremos llegar tarde Carrie, apúrate – Jamei estaba ansioso por poder llegar.
- Tardanza es mi segundo nombre Jamei, déjame en paz
- ¿No dijiste que tu madre llegaría hoy a comer a tu casa Carrie? – Robie iba un poco más adelante, de los tres era el que patinaba mejor, le encantaba andar sobre ruedas.
- ¿Y?
- Pensé que querías ir a comer con ella.
Su cometario me puso de malas, cual era la maña de arruinarme los días en los que me sentía feliz
- Parece que no me conoces Robie- dije en tono burlón
- Si Carrie quisiera ir a comer con su madre se acabaría el mundo – dijo Jamei conociéndome mejor
- Esta tan ocupada todo el tiempo… pues ahora que coma sola – dije adelantándome
La patineta me encantaba, era de las mejores cosas que hacía, eso y los diseños en aerosol que daban vida a las paredes de cualquier lugar al que Robie, Jamei y yo visitábamos.
Subí una banqueta, equilibré un poco y volví a bajar, uno de los movimientos comunes para quienes conocen la patineta y sus trucos. Robie se burló de mí.
- Aprende del maestro – en su rostro se dibujó una sonrisa poco antes de acelerar al tomar una pequeña rampa y saltar un arbusto, dar un giro en el aire y caer como si nada en la banqueta
- Presumido – le dije golpeándolo en su brazo con toda la fuerza posible
- Olvidaré que eres mujer Carrie – me amenazó juguetón
- ¡Miren quién está ahí! – nos interrumpió Jamei.
Era Cathy junto a la ventana, estaba muy atenta, parecía estar escribiendo o algo así, tal vez era la tarea… Muy mal hecho, ya le quitaríamos esa mala maña de hacer lo que los profesores te dicen.
Sin preguntar a mis compañeros crucé la calle directo hasta la puerta de la casa de Cathy, toqué con mi forma típica, cinco toques seguidos y dos al final, un saludo peculiar.
Un tipo alto, rubio y de ojos encantadoramente azules me abrió la puerta. Me mordí el labio con una sonrisita mirándolo de arriba abajo. Nada mal el tipo.
- ¿Está Cathy? – pregunté alejando mi vista de él para no ser tan obvia, tampoco era una lagartona, y miré hacia dentro de la casa
- ¿La chica del Renault? – su pregunta me sorprendió
- ¿Me conoces?
- Sí, la chica del pleito con la del beetle rosa
¿Así que esa era la parte que conocía de mí? No me daba vergüenza, si alguien me caía mal esa era Corrine y no era hipócrita para negarlo
- Bueno… espero que no te gusten los carritos cursis y te enojes conmigo cuando lo raye y le dé un toque más simpático
Ser rió, su risa era tan hermosa como su sonrisa y su voz ¡Dios este hombre era un bombón! Uno que sin duda habría que morder donde me diera permiso o dónde no me lo diera…
- Pero no te pregunté por eso… ¿Está Cathy?
- Sí, pasa… - me abrió la puerta a todo lo que daba.
Robie me miraba divertido mientras que Jamei me negaba con la cabeza, tenía ganas de llegar a esa pista igual que yo pero Cathy no podía hacer tarea, la salvaría primero. Les hice señas para que esperaran y entré a la sala de la casa. Era mona… bastante linda. Las pinturas que colgaban en la pared fue lo que más me gustó. No eran mi estilo pero la pintura siempre me gustó. El chico subió las escaleras para llamar a Cathy, supongo y bajó al poco rato mientras yo me paseaba por la sala observando las pinturas
- ¿Te gustan?
- No están mal – dije viendo la última – Pero no dice el nombre del autor… ¿Está detrás?
- Son mías – me sonrió
- No te creo
- Sí… me gusta la pintura, mi hobbie
- ¿No tienes novia? – me burlé ligeramente aunque la verdad es que me encantaba que su hobbie fuera ese
Se rió de nuevo pero no contestó mi pregunta
- Cathy está por bajar – justo en ese momento los pasos de la chica se escucharon
- Carrie que sorpresa ¿Cómo supiste dónde vivía, no recuerdo haberlo mencionado
- Jamei te vio cuando pasábamos del otro lado de la acera – dije señalando con la mano hacia afuera y metí mi mano nuevamente a los bolsillos traseros de mi pantalón, algo que hacía frecuentemente al jugar con mis pies mientras estaba parada ya que no me gustaba estar sin hacer nada por más de dos segundos
- Ok… - me sonrió y el chico carraspeo un poco – Ah, sí, Carrie él es mi hermano Mark, Mark ella es Carrie, una compañera de la escuela, va conmigo en dos de mis clases y fue muy amable en mi primer día
¿Así que el chico era su hermano?
- Mucho gusto – extendió la mano el chico y yo hice lo mismo. Una extraña descarga eléctrica me hizo soltarlo de inmediato, algo asustada – Lo siento – se disculpó de inmediato
- No hay cuidado. Cathy quería invitarte a ir a la plaza, hay una pista nueva y Robie, Jamei y yo vamos a estrenarla ¿Te gustaría ir? – Dije lo más rápido posible, Mark ya empezaba a intimidarme, algo que no debería ser normal en mi
- No sé patinar – se sonrojó
- No te preocupes, la verdad no estoy de humor para hacerlo así que me quedaré a acompañarte mientras ellos hacen malabares ¿Te gusta la idea? - Cathy miró a su hermano
- Yo le aviso a mamá, no te preocupes, sólo ten cuidado – Algo sobreprotector, rodee los ojos por eso
Salimos inmediatamente, me despedí apenas de lejos del chico, su mirada se clavaba en mí de una manera intrigada y eso no me agradaba en lo absoluto.
- ¡Miren quien nos acompañará chicos! – les dije sonriente
- ¡Cathy! Qué bien – saludaron ellos y Robie volvió a pasarle el brazo por el cuello para empezar a caminar después
- Ahora apresurémonos ¿Sí? – rogó Jamei.
Al llegar a la pisa los sueños de Jamei se vieron hechos añicos pues había una exposición pero el disgusto le duro poco pues la exposición era de esas cosas místicas y misteriosas.
- ¿Magia? – dije con asco
- Y vampiros y hombres lobo… ¡Miren eso! – Jamei parecía más interesado.
Y no solo Jamei, a Cathy también parecía gustarle, me basto saber que a ella le interesaban esas cosas, pero bueno, algún defecto había de tener, pero aun así me agradaba mucho.
- ¡Vámonos! – pidió Robie – Los invito a mi casa para que le enseñemos a Cathy lo que es un verdadero grupo de rock.
- ¿Tocan rock? – pregunto intrigada Cathy
- Si y debo decirte que Robie es excelente con el bajo
- ¡Vaya! Yo estoy aprendiendo algo de eso – confeso.
- No, no… quedémonos un rato – pidió Jamei
- Sí… parece interesante – dijo Cathy tratando de excusar su gusto por eso.
Jamei termino de convérseme, solía ser muy insistente, además de algunas intervenciones de Cathy pero se le veía muy emocionada que a fin de cuentas termine por ceder.
lunes, 11 de julio de 2011
Venéficas, Las Tres Caras de Calixto: Nosotras, Cathy
Al llegar a la escuela vi como un auto viejo y destartalado se metía en el lugar donde una chica en un beetle estaba a punto de estacionarse.
Ambas chicas se veían con recelo.
La del beetle rosa era una chica castaña de cabello lacio y muy bien peinado, sus ojos eran verdes y su piel tenía un tono apiñonado por el sol.
La del carro rojo tenía el cabello también castaño pero recogido en un intento de coleta de caballo mientras que dos mechones de cabello, que en algún tiempo debió ser flequillo, caía sobre su frente partido por un lado y mantenía por detrás de las orejas.
Se bajo del auto, llevaba uno de esos pantalones estilo militar gastados, unos converse negros desatados y una playera negra sin mangas que dejaban ver sus delgados brazos, ella era muy pálida y caminaba de forma curiosa, como si fuera un chico.
- No le tomes importancia – escuché que dijo la chica junto a la dueña del beetle.
- Vaya – suspiro mi hermano – ellas traen pleito casado.
- Eso parece – lo apoyé.
Me baje de la moto y me dirigí al edificio después de despedirme con un beso de mi hermano. Lo primero que hice fue buscar la oficina de orientación pero jamás la encontré.
- Hola – salude temerosa a los tres primeros chicos que pasaron junto a mí. Uno de ellos era precisamente la chica ruda de hace rato.
La chica se detuvo y los otros dos con ella, me miraron.
- Hola – respondieron los tres a unisonó.
- ¿Podrían decirme en donde está la oficina de orientación? – pregunte enseñándoles el croquis que me habían dado.
- Está en el último piso del edificio G – respondió la chica – si quieres te acompañamos – se ofreció.
Le sonreí.
- Gracias, pero no quiero que pierdan clases por culpa mía – les dije.
Los tres se rieron y un chico de cabello rizado me paso el brazo por los hombros.
- No tengas cuidado – comentó – somos artistas, sólo tenemos como tres clases por día.
- ¿Artistas? – me confundí
- Sí – respondió la chica – no llevamos muchas materias, o bueno si, pero casi no entramos a clases.
Estos chicos se veían imponentes y brabucones, pero me agradaba su forma de ser.
- A todo esto ¿Cómo te llamas amiga? – pregunto la chica-
- soy Catherine – les respondí gustosa – ¿Y ustedes?
- Bueno ellos son Robie y Jamei – primero señalo al tipo que me abrazaba y después al otro chico de peinado emo – y yo soy Carrie.
- Mucho gusto – les sonreí amablemente.
Caminamos por el pasillo y ellos me fueron presentando a los chicos que conocían y la localización de todos los salones de clase. Eran muy divertidos y calmados, o por lo menos eso creí hasta nos encontramos con la otra chica, la del Beetle.
- ¡Vaya Carrie! – dijo en un tono meloso y con un asentó muy refinado – ¿Te encontraste un conejillo de indias nuevo?
- No seas tonta – dijo Carrie imitando su tono – Cathy ella es Corrine, la indicada para llevarte a la oficina de orientación – me dijo mientras sonreía amablemente y se despidió con la mano.
Los tres se perdieron entre los estudiantes y yo me quedé ahí sin saber qué más hacer.
- Te recomiendo que te alejes de ellos, son una mala influencia – dijo mirando la dirección por donde se habían ido
- Ellas son Jessica y Mitzi – señalo a dos chicas rubias – si tienes dudas puedes ir con ellas, ahora te llevaré a la ofician ¿De acuerdo?
Me llevo al edificio G y me entregaron mi horario de clases, y un nuevo croquis, como si de verdad sirvieran, en donde señalaba los edificios en donde tenía que estar y las horas a las que tenía que llegar para tomar mis clases.
Para ser el comienzo las cosas no estaban tan mal, Carrie y sus amigos me habían agradado y todos en general parecían muy amables conmigo, incluso los profesores.
En la tercera hora me tocaban artes plásticas en el edificio C así que me fui lo más rápido que pude por que ya se me estaba haciendo tarde.
En el salón, para mi buena suerte, estaban Carrie y sus amigos y al entrar me saludaron muy contentos.
Me acerque a ellos y me senté en el lugar que estaba vacío junto a la ventana, quedamos todos en una misma mesa y yo estaba justo al lado de Carrie.
- ¿Qué tal tu primer día? – preguntó un chico que estaba delante de nosotros.
Era alto con el cabello un poco largo, sus ojos eran pardos, sus pómulos eran definidos y su nariz recta, tenia labios carnosos con un toque rosado.
Ese chico era muy apuesto.
- Cathy, el es Morgan, un buen amigo – me presentó.
- Así que tú eres la chica que le cayó tan bien a Carrie, es como un milagro - comentó el chico.
- Ella también me agrada a mi – le comete en voz baja.
- Es una buena chica, muy simpática y divertida - añadió Morgan.
- Ya lo noté – le contesté amablemente.
- Sí, y digo lo mismo de Corrine, aunque Carrie no esté de acuerdo – aseguró mirando a Carrie y ella puso los ojos en blanco.
- Sí bueno, digamos que no es una de mis personas favoritas – dijo Carrie.
Después de eso nos tocaba el almuerzo y me volví a sentar con Morgan, Carrie, Robie y Jamei.
Eran simpáticos y me la pasaba riendo con ellos todo el tiempo, no se preocupaban por las cosas, simplemente las tomaban como venían, algo que me encantó.
El resto del día fue igual, las últimas dos clases las compartía con Corrine y con Carrie, por alguna razón que obviamente era complicada ellas dos se odiaban a matar, pero básicamente yo creo que era por la forma tan distinta de ser de ambas.
Llegue a mi casa y mi hermano encendió el televisor, me senté junto a él en el gran sillón donde siempre nos gustaba acomodarnos ya que no tenía otra cosa que hacer.
- ¿Cómo te fue? – me preguntó por hacer la plática mientras su programa empezaba.
- Muy bien, ¿Recuerdas a las dos chicas de hoy en la mañana?
- ¿Las del pleito casado?
- Esas – acepté y asintió – Pues hoy las conocí a ambas, una de ellas se llama Carrie y la otra Corrine, son muy simpáticas.
- Me alegra que hayas hecho amigas nuevas – me sonrió y antes de que pudiera preguntarle cómo le fue a él su programa dio inicio y mejor lo dejé disfrutarlo.
Carrie y Corrine de verdad eran muy simpáticas, ambas me habían caído más que bien y por alguna extraña razón hasta parecía conocerlas de hace años, les tenía confianza, más de la que le tuve a muchos de mis amigos en mi antigua ciudad y eso que a ellas apenas las conocía de hace unas horas.
Mi primer día fue increíble, tan increíble que incluso conocí a Morgan, no es que él fuera a fijarse en mí pero tal vez pudiéramos llegar a ser buenos amigos.
miércoles, 6 de julio de 2011
Cap.1: "Nosotras"
Abrí los ojos en la mañana a causa del odioso despertador ruidoso que me informaba que ya era hora de levantarse.
Con pereza estire la mano y empuje el despertador al piso, provocando que se rompiera, ya llevaba varias caídas, pero era mejor que estar puchando el botoncito.
Volví a cubrirme con las cobijas, me daba demasiada pereza levantarme tan temprano, era ilógico, cuál era el punto de estar en la escuela a la siete de la mañana, daba lo mismo que fuera a las siete o a las diez, de todas formas casi no entraba a mis clases, y lo único que hacía era pasar el día con mis dos amigos: Robie y Jamie.
Robie era un chico desalineado, delgado, con el cabello rizado y largo. Pasaba todo el tiempo tocando el bajo eléctrico, su sueño tanto como el mío y el de Jaime era formar una banda que marcara una generación de rock con una canción.
Jamie: un chico alto y también delgado tenía el cabello lacio y siempre se lo peinaba hacia el lado derecho cubriendo su frente, en ocasiones llegue a pensar que pertenecía al movimiento emo, pero él no era como esos chicos sensibles, demasiado extraño, con sus creencias del esoterismo, magia y vampiros, estaba mas que claro que esas cosas no existían, pero nadie le podía meter eso en la cabeza.
Me levante con pesar de la cama y me dirigí al baño, era tedioso tener solo un baño en la casa, sobre todo en las mañanas, pues siempre tenía que pelear con mi pesado hermanito menor.
¿Acaso no era ya bastante complicado tener dieciséis años?
Como siempre tuve que pelearme con él para que me dejara primero, después de todo el entraba a las ocho de la mañana y yo a la siente.
Salí rápido del baño y entre a mi habitación a vestirme, encontré unos pantalones verde olivo corte militar y una playera sin mangas negra así que me la puse.
Mire el reloj de mi celular y ya se estaba haciendo tarde.
Tome mi mochila y salí corriendo, revise rápido el refrigerador y tome un par de wuafles fríos, en la puerta había un post it que decía que tenía que pasar por mi hermano a la escuela porque mi madre tenía una cita con un paciente.
Mi madre era psicóloga y se la pasaba la mayor parte del tiempo en su consultorio, por lo que la mayor parte del tiempo no tenia reglas ni nada que me atara a una forma de anti individualidad.
No es que estuviera en contra de la mente colectiva pero por eso tenía mi propia forma de pensar y ver el mundo.
Salí corriendo y tome las llaves de mi destartalado y viejo Renault rojo, o al menos fue de ese color en sus años gloriosos. Ahora ese color solo se podía distinguir entre los pedazos de metal oxidado y lo grafitis hechos por mis amigos y yo.
Sabía lo que todos los demás pensaban de mí, pero ¿acaso ellos eran los que me daban de comer? La respuesta era no, así que. ¿Por qué tendría que importarme?
Como todas las mañanas mi despertador sonó a las cinco cincuenta, solo lo deje sonar tres veces como siempre, me levanté del lado derecho de mi cama poniéndome las pantuflas afelpadas antes de tocar el piso frio de mi habitación.
Entre a mi ducha y me tarde menos de cinco minutos en bañarme.
Al salir ya tenía mi ropa lista preparada desde anoche, un blusa blanca y unos pantalones de gabardina azul cielo, era para verme sobria y refinada, me gustaba que pensaran de mi que era seria, y me tomaba muy enserio las decisiones que afectaban en mi vida.
Bajé a desayunar y la señora que le ayudaba a mi madre con la limpieza ya tenía servido mi desayuno, un huevo estrellado, un plato de frutas con cereal y un vaso de jugo, era lo que siempre le pedía, así llevaba un balance de mi alimentación y podía contar bien las calorías, no quería subir de peso pues de adulta no quería tener los problemas que mi padre tenía con el colesterol.
Tenía tiempo de sobra así que leí las noticia de la mañana, de nuevo lo mismo, el devalúo del dólar ante el euro, asesinatos, secuestros y novedades nulas.
Llame por teléfono a Mitzi, mi mejor amiga desde el jardín de niños, quería saber si pasaría por ella o ella pasaría por mí.
- ¿Hola?-respondió la bocina.
- Hola Mitz ¿esta mañana pasare por ti o tu vendrás? – pregunte de inmediato.
- Bueno, creo que sería mejor que tú pasaras por mí, mi hermana ocupara el auto.
- De acuerdo, estoy por ti en veinte minutos- le avise y colgué el móvil.
Termine mi desayuno y puse los platos en la lava bajilla.
Me despedí de mis padres y Salí al garaje, mi auto estaba estacionado junto a la van de mi madre, un precioso y bien cuidado beetle rosa, ya necesitaba una lavada, ya me encargaría de eso después, faltaban quince minutos para que pasara por Mitzi y no quería llegar tarde, así que lo encendí y salí en dirección hacia su casa.
Mi madre me sacudió ligeramente tirando mi libro de “Mía para siempre” de mi cama, anoche me había quedado hasta tarde leyéndolo, era un libro interesantísimo, no solo por el romance, también porque hablaba de vampiros y cosas míticas que para mi gusto eran especiales, me fascinaba meterme en un mundo así, dejar volar mi imaginación y creer que todo eso era real, siempre me imaginaba a mí, viviendo una historia romántica con un vampiro u hombre lobo deseándome, tal y como sucedía en Crepúsculo, con Bella y Edward, que a pesar de ser diferentes se amaron y terminaron juntos por toda la eternidad. Sería más que maravilloso poder encontrar un amor así, vivir una aventura y tener amigos con los cuales compartir tus secretos y tus triunfos.
Tuve que forzarme a volver a la tierra, después de todo todas esas cosas eran cuentos, cuantas posibilidades habían de que una cosa como esas me pasara a mí.
Me lévate y como todos los días tome un baño, busque en mi armario algo bueno que ponerme, que me luciera lindo, y terminé por decidirme por una playera blanca estampada y unos pantalones vaqueros.
Aun era temprano, por lo que después de que desayune subí a mi habitación por mi mochila y mirando por la ventana me di ánimos para enfrentar mi primer día en una nueva escuela en esta nueva ciudad. Acabamos de mudarnos hace apenas una semana, fue tan pesado y ajetreado que ni siquiera tuve tiempo de conocer gente nueva, nadie con quien ir la escuela ni nada pero eso no sería obstáculo, pensaba encajar en este lugar así fuera lo último que hiciera, sería difícil, siempre lo es cuando eres “La nueva” pero me esforzaría. Dejaría de soñar con valerosos caballeros, brujas, magos, dragones y cuantos seres fuera de este mundo existían y pondría los pies en la tierra… al menos mientras estuviera en la escuela.
Tome mi mochila y me dispuse a bajar, suspire fuerte, jamás me había tocado ser “La nueva” pero transfirieron a mi papá a una nueva ciudad y nos vimos forzados a mudarnos aquí a San Francisco, ¿Qué otra opción me quedaba? Pero como siempre dicen, una nueva ciudad es el sitio ideal para empezar de nuevo, o algo por el estilo.
Mi hermano Mark ya me esperaba, el tenia dieciocho años, dos más que yo, era el mejor hermano y también mi mejor amigo, tenía el cabello rubio como mi padre y de piel muy clara como mi madre, ambos teníamos los ojos azules, aunque siempre creí que el azul lucia mejor con el rubio que con el castaño, a mi me quedaría mejor un verde, ya que como todos decían, yo era la que más me parecía a mi madre. Claro que yo creía que mi madre era mucho más hermosa que yo, la mujer perfecta y ama de casa prototipo, según decían los demás, para mí y para mi hermano era sólo mamá.
Me subí en la parte de atrás de la moto de mi hermano y nos dirigimos al bachillerato.
Estaba tan nerviosa, quería encontrar tan buenos amigos como los que tenía en mi viejo colegio, amigos con los que pudiera contar, fuere para lo que fuese.
Mi hermano sintió mis nervios y se detuvo poco antes de llegar a la escuela.
- Todo saldrá muy bien – me prometió con esa sonrisa tan característica en él y siguió su camino a la escuela.
Encontré un perfecto lugar en frente de la escuela, y fue entonces cuando la tan odiosa de Carrie se metió en mi camino asiéndome frenar de golpe.
Sentí una gran satisfacción al ver su rostro colorado por el enojo, no supe por que amaba tanto verla enfurecer, Corrine y yo éramos muy buenas amigas en la secundaria, pero entonces papá murió y ella no supo comprender por lo que pasaba, fue como se empezó a juntar con las Barbies de la escuela y lo pero era que también se había llevado mi amistad con Mitzi. Pero después de todo me daba lo mismo, pues perdí algo pero encontré dos amigos mejores que ella.
No soportaba a esa marimacha, aun no podía creer que me llevara bien con ella hace un par de años, simplemente no lograba concebir la idea de cómo seguía viva después de todo el desorden que dominaba en su vida, era tan sucia y desordenada que en realidad parecía hombre.
Entones ella se bajo del auto y camino hacia el mío.
- Lo siento – dijo fingiendo un tono de voz meloso e infantil.
Aferre mis manos al volante lo más fuerte que pude y me di la vuelta para buscar otro lugar.
- No la soporto – gruñí.
- No le tomes importancia – dijo Mitzi.
viernes, 1 de julio de 2011
" Prólogo "
En el ático una estrella comenzó a formarse en el piso, para cualquiera seria reconocido como un pentagrama, un pentagrama que contará una historia de amor, pasión, magia, acción y terror.
En épocas memoriales, donde la magia era tan natural como la respiración en nosotros los humanos, existían las Wicca y las Brujas, seres que desde tiempos ancestrales mantenían una Guerra interminable por preservar la magia y la humanidad unidas.
En un desesperado intento en el que todo se creía perdido en medio de una de esas terribles batallas contra las criaturas nocturnas la más poderosa Wicca jamás conocida se sacrificó para salvar a los humanos, su nombre: Calixto.
La leyenda cuenta que Calixto, en su agonía por su sacrificio, pronunció un último hechizo. Un hechizo que no la dejaría morir del todo, sino reencarnar en diferentes cuerpos que la mantuvieran en este mundo por el resto de la Eternidad.
Así fue como los años pasaron, y ella, en sus múltiples reencarnaciones, con el deber de proteger la magia murió una y otra vez defendiéndola, y cuando los humanos dejamos de creer, vivió protegiendo el secreto.
Más en la última reencarnación, las Brujas del Culto Maligno que quedaban la hallaron, aprisionaron y torturaron durante años haciendo que las fuerzas de Calixto, quien por alguna razón jamás pudo ser rescatada por las otras Wicca, se debilitaran al grado que sólo tuvo una oportunidad de salvar a su próxima reencarnación y fue dividirse en tres, cada una de sus partes con el mismo nivel de poder, cada una representando una parte de sí misma, mandó a dos de ella lejos, lo más lejos que pudo, lo más a salvo que podían estar y ella se quedó ahí, esperando su final.
Sus otras dos partes, desorientadas y sin saber muy bien qué debían hacer pues no tenían intenciones de dejar morir a su tercera, regresaron a luchar.
Fue probablemente la más grandiosa batalla de todos los tiempos, entre las dos vencieron a muchas de las Brujas del Culto Maligno y lograron llegar hasta su faltante. Más ese no fue el final.
Desde las sombras, mientras ellas festejaban su reencuentro, las Brujas más viejas y sabias hacían un último conjuro. No podrían matarlas, pues ellas no tenían la fuerza para hacerlo, pero al menos podrían separarlas.
“No volverán a ser una, no volverán a ser una” repetían las viejas Brujas.
Y así ellas de pronto empezaron a perder la memoria, de pronto su mundo giró y estaban solas, de pronto sus poderes no estaban y las inclemencias del clima terminaron por matar sus cuerpos ahora simplemente humanos.
Ellas reencarnaron poco después, más todas con rostros distintos, en familias diferentes, olvidando el motivo de su existencia, creciendo como chicas normales y tan ciegas como el resto de los humanos para el mundo de la magia, sin saber, ni porqué ni cuándo, el destino ya había trazado para ellas la más grande jugarreta.