- - ¿Qué va mal? –le pregunte a Mark una vez que todos
salieron.
El miro el suelo y metió las
manos en sus bolsillos, fue curioso pues ese movimiento lo solía hacer mucho
Morgan.
- - Carrie, te quiero demasiado, ¿Lo sabes?
Trate de buscarle la mirada, ¿A
dónde quería llegar con eso?
- - ¿Qué pasa Mark?
Hubo un silencio bastante
incomodo, además era molesto pues Mark evitaba mi mirada de manera insistente.
- - ¿Quieres hablar de una vez? –le pedí un poco
desesperada.
El carraspeo y comenzó a caminar
de un lado para otro.
- - Veras, hoy tuvimos una reunión con los sabios… ellos se
encargan de tomar las decisiones que les benefician y…
- - Y ¿Qué? –le pregunte al ver que no dice nada más.
- - Todo esto es culpa de Allison… Carrie tienes que
comprender.
- - Morgan, no puedo comprender si no me dices que sucede.
- - Tenemos que terminar –soltó al fin –Todo fue porque
Allison dijo que no debía ser tu novio porque eso interfería con mi deber, te
juro que trate de convencerlos de lo contrario pero ellos no quisieron
escucharme, Carrie, ellos amenazaron con castigarte.
No le daba crédito a mis oídos,
el aire se me fue de golpe y por un momento creí que se trataba de una broma,
pero no tarde en darme cuenta que era verdad, solo bastaba con verle la cara.
- - ¿Así de fácil? –dije casi sin aliento – ¿esto es lo que
valemos tú y yo?
- - Entiéndeme Carrie, por favor –dijo en tono suplicante
–no tengo opción.
Mire mis zapatos y la sorpresa se
convirtió rápidamente en enfado.
- - Claro que la tienes, pero eres tan cobarde que no
quieres tomarla.
- - No seas injusta conmigo, lo hago por ti…
- - Si lo hicieras por mí no terminarías conmigo –lo
interrumpí tajante.
Ambos guardamos silencio por otro
momento, me dolía verle la mirada, estaba segura de que quería llorar, pero
algo lo detenía.
- - Te quiero Carrie –susurro.
No podía aguanta esto, ¿Cómo
podía decirme esas cosas si me estaba dejando?
- - Lo siento Morgan, pero no quiero ser de esas personas
patéticas que sufren por no poder estar con la persona que quieren y si esta
vez vamos a terminar…será por siempre –le advertí.
La verdad espere que me dijera
algo como “De acuerdo Carrie tu ganas, seguiremos juntos” pero en vez de eso
solo apretó los puños y siguió sin mirarme.
- - Supongo que ya tomaste tu decisión –susurre de manera
fría y cortante.
Camine hacia afuera y la sangre
me hirvió en cuanto vi a aquella mujer, por más que quise no pude controlarme y
le solté una bofetada del lado izquierdo con toda la fuerza que me fue posible
en ese momento. Estaba tan enfadada, cuando la señora Clarens vivía jamás se
opuso a nuestra relación, por lo cual no concebía la idea de que ella llegara y
quisiera meterse en mis asuntos.
- - Esto es por meterte en lo que no te importa –la volví a
abofetear esta vez del lado derecho –Y esta es para apresurar tu renuncia como
Guía, porque de mi depende, Allison escúchame bien, de mi cuenta corre que te
largues de nuestras vidas.
No me detuve a ver su expresión
por que sabía que si me quedaba ahí la iba a matar a golpes.
Los ojos comenzaron a arderme y
un nudo enorme se formo en mi garganta, no quería llorar, pero habían tantas
emociones, ira, desilusión, dolor, más que nada dolor, mientras caminaba las
lagrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas y nublaban mi visión, pero aun
así no me detuve, no iba a permitir que me vieran llorando, camine sin rumbo
por un par de horas hasta que me perdí.
Me senté en una banqueta y abrace
mis piernas, esa maldita bruja me las iba a pagar caro, no sabía a quién se
estaba enfrentando y si eso le parecía malo e insolente, entonces no tenía idea
lo realmente terribles que se le iban a poner las cosas, su paseo por mi
infierno apenas había comenzado.
El celular comenzó a sonar y solo
mire el número, era el de Mark así que rechace la llamada de inmediato, lo que
menos necesitaba en ese momento era escuchar su voz.
Volví a coger el celular y marque
aquel numero que sabía de memoria pero hacia meces que no marcaba.
- - ¿Hola? –respondió la cálida voz de mi madre.
- - Mamá, quiero ir a casa –le dije sollozando.
- - ¿Carrie? ¿Dónde está, cielo? –escuche su voz
preocupada.
Le explique la situación
omitiendo detalles importantes, ella me dijo que fuera al aeropuerto que ella
ordenaría un boleto para mí.
Para antes del amanecer ya estaba
en casa refugiada bajo las sabanas de mi cama, aunque el llanto aun seguía
fluyendo y lo odiaba, yo no era de esas personas que se tumbaban a llorar por
horas pero sentía una especie de hueco en mi corazón, sentía que quería desaparecer.